viernes, 30 de septiembre de 2016

Vestigio.

Entonces la casa reacomodó sus espejos y muros:
En el vacuo silencio de los cajones caben todos los nombres,
los que tienes y tendrás y los irremediablemente muertos cómo papeles calcinados
La memoria agrietada deja pasar el viento a través de su herida
que tendida entre la piel y el ojo, se extiende a lo largo de una ausencia.
¿En qué rostros desconocidos hemos de reconocernos al partir?
¿En qué sitios familiares nos sentiremos huérfanos y ajenos?
¿Qué bosques o desiertos pisarán nuestras huellas?
El café tiembla en su prisión blanca y profunda
buscando asir con su vapor
el último árbol del otoño,
la última constelación desencajada del cielo.

Una golondrina posándose sobre el eléctrico imperio,
abarca con la mirada los edificios, antes de desprenderse de su antena.
Canciones tendidas al sol se secan lentamente en las azoteas.
La ciudad es un resonar de trenos y truenos.
La playa es una promesa de horizontes perennes
atados siempre a las faldas cadentes del mar.
Las gaviotas que se hunden y los barcos que despegan son despojos dejados por el tiempo
luz fragmentada atrapa momentos extintos sobre el papel.
Instantes detenidos para siempre,
testigos temporales que hablan sin lengua.

En un rincón subterráneo el presente se hizo pasado.
Semillas de recuerdos germinan inciertas tras los ojos
y cada lágrima contiene una historia no contada.
Las calles abandonadas por los amantes que nunca fueron
exhiben su destierro   sin pudor ni recelo.
Sin tranvías ni brazos, miradas y secretos.
Sin tejados, ni lunas, ni felinas tonadas taciturnas.
Sin manos y pies anticipándose al infalible segundero del colapso.

Un tránsito de fuegos fatuos fugazmente formados aprieta las arterias en las sienes:
Mudas campanas se agitan en los nublados cielos de octubre
al resguardo de los astros errantes vagando por el universo.
Tras las ventanas titilan luceros que el sueño oscurece,
perdidos en la faena de tejer el entramado de su propio rostro.
Las palabras se desvanecieron detrás de la forma que dibujaron,
partiéndose cómo granadas de rojos sonidos acariciando el infinito.

El retrato fragmentado reflejado en el agua hace bailar a la luna
escondida en el fondo de su propia imagen

y las nubes de tormenta derramaron en la tierra su canción.





Nota al pie: Vestigio es memoria, porque ausencia fue presencia.