Entonces la casa reacomodó sus espejos y
muros:
En el vacuo silencio de los cajones
caben todos los nombres,
los que tienes y tendrás y los
irremediablemente muertos cómo papeles calcinados
La memoria agrietada deja pasar el
viento a través de su herida
que tendida entre la piel y el ojo, se
extiende a lo largo de una ausencia.
¿En qué
rostros desconocidos hemos de reconocernos al partir?
¿En qué sitios
familiares nos sentiremos huérfanos y ajenos?
¿Qué bosques o
desiertos pisarán nuestras huellas?
El café tiembla en su prisión blanca y
profunda
buscando asir con su vapor
el último árbol del otoño,
la última constelación desencajada del
cielo.
Una golondrina posándose sobre el
eléctrico imperio,
abarca con la mirada los edificios,
antes de desprenderse de su antena.
Canciones tendidas al sol se secan
lentamente en las azoteas.
La ciudad es
un resonar de trenos y truenos.
La playa es
una promesa de horizontes perennes
atados
siempre a las faldas cadentes del mar.
Las gaviotas
que se hunden y los barcos que despegan son despojos dejados por el tiempo
luz
fragmentada atrapa momentos extintos sobre el papel.
Instantes
detenidos para siempre,
testigos
temporales que hablan sin lengua.
En un rincón subterráneo el presente se
hizo pasado.
Semillas de
recuerdos germinan inciertas tras los ojos
y
cada lágrima contiene una historia no contada.
Las calles abandonadas por los amantes
que nunca fueron
exhiben su destierro sin pudor ni recelo.
Sin tranvías
ni brazos, miradas y secretos.
Sin
tejados, ni lunas, ni felinas tonadas taciturnas.
Sin
manos y pies anticipándose al infalible segundero del colapso.
Un tránsito de fuegos fatuos fugazmente
formados aprieta las arterias en las sienes:
Mudas campanas
se agitan en los nublados cielos de octubre
al resguardo
de los astros errantes vagando por el universo.
Tras las ventanas titilan luceros que el
sueño oscurece,
perdidos en la faena de tejer el
entramado de su propio rostro.
Las palabras
se desvanecieron detrás de la forma que dibujaron,
partiéndose
cómo granadas de rojos sonidos acariciando el infinito.
El retrato fragmentado reflejado en el
agua hace bailar a la luna
escondida en el fondo de su propia
imagen
y
las nubes de tormenta derramaron en la tierra su canción.
Nota al pie: Vestigio es memoria, porque ausencia fue presencia.
Nota al pie: Vestigio es memoria, porque ausencia fue presencia.