Acá un cuento que vi mientras escuchaba una pieza de música en el MUAC, bastante personal:
El águila veía pasar por debajo de sí un río gris con infinidad de peces de color negro y escaso tamaño, la corriente se hacía cada momento más rápida y borrosa, el águila alzó el vuelo un poco más y al lado del río vio una carretera sombría y solitaria, el sol se estaba poniendo y el aire olía a sal y especias.
* * *
Era el único auto en la carretera y él estaba allí, solo, sólo conduciendo sin nada en que pensar, a ambos lados de la carretera, doradas montañas se alzaban y nada, nada más frente a él, ni postes, ni cercas, ni nada, sólo él, la carretera y el sol de las 5 de la tarde, de repente el sol lo deslumbró en el punto en que la carretera dejaba atrás las montañas y develaba un mar brillante con olor a sal y especias que llenó su nariz, volteó a ver el mar, que estaba calmado, y de la nada un vierto fuerte surgió y sacudió toda la playa
* * *
Los pescadores arrojaban con una expresión de contento en sus rostros, sus redes al agua que el sol teñía de tonos dorado-rosados, con destellos aquí y allá.
En la orilla mujeres con trajes oscuros que solo dejaban descubierta su cabeza detrás de un velo, atendían puestos improvisados en donde vendían cantidad de artilugios y objetos de superstición, pero lo que más había en esos puestos eran colguijes que tintineaban con el viento.
El sol casi se pone, del mar se eleva un olor a especias y arena.
* * *
Justo en mitad del cielo se alcanza a vislumbrar una pequeña sombra de la que comienza a salir una serpiente de plumas de sombra, sombra en la boca, en los dientes, en la lengua, en los ojos, sombra, sólo sombra entre sus costillas y cubriéndolas, sombra cada pluma de su plumaje.
Desciende lentamente a la tierra, pero no es vista por nadie, baja tranquilamente, sus ojos se posan en algo en la tierra y entonces acelera su descenso de manera estrepitosa y genera un viento fuerte que sacude las tiendas de las mujeres y sus colguijes, agita el mar y agita los corazones de los hombres que se miran desconcertados, pero un momento después la calma ha vuelto.
* * *
En el fondo de un callejón, cerca de las 3 de la madrugada, despierta y se da cuenta de que la basura a su alrededor comienza a vibrar en el suelo, produciendo sonidos cada vez más audibles, cada vez más cercanos; alza la vista y, entre las cales empedradas, ve a una niña – delgada, 8 o 9 años, piel clara, cabello castaño y corto, con un vestido blanco de tirantes anchos y descalza – corriendo desesperadamente.
Se pone de pie de inmediato y empieza a recorrer, corriendo, el tramo de callejón que lo separa de la calle donde la niña corría, en su agitación ni siquiera ha notado que todas las cosas que lo rodean, ahora, vibran aún más fuerte; justo antes de salir del callejón pasa frente a él, imponente y estruendosa, la enorme serpiente, cargando con sombras más oscuras que la misma noche, la visión de la serpiente lo aterra, pero sus pies corren detrás de la niña y la serpiente.
* * *
Ahora ella corre descalza a través de los huertos en las partes traseras de las casas de aquella ciudad, que no advierte todo el sonido de la calle, corre desesperada, aún sabiendo su destino se rehúsa a aceptarlo, esta agotada pero sigue corriendo, entra en una calleja y entonces frente a sus ojos se alza un muro alto, muy alto, y logra ver que la luna está redonda y grande como nunca la había visto, ni la volvería a ver, no hay ninguna estrella en el cielo, ella sabía que no la habría, sonríe y se de media vuelta.
* * *
La serpiente llega a la calleja donde la niña se había detenido y justo frente a ella comienza a erguirse sin quitar sus ojos de encime de ella, la niña alza los ojos, 20 metros sobre su cabeza la serpiente aún esta levantándose se detiene y un momento de silencio congela la noche, un momento después la serpiente se abalanza sobre la niña, en un parpadeo la niña es destrozada y devorada por la serpiente de sombras, ella no gritó ni intento huir, la serpiente termina de devorarla y se alza sigilosa hacia el cielo, la noche sigue allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario