lunes, 28 de enero de 2013

No puedo mentirle


Le quería mentir pero,
¿Qué voy a hacerle?
No puedo mentirme ni a mí mismo,
Soy un citadino vestido de vagabundo.
Pero ya que no queda salida
tendré que serle honesto,
Así que no le puedo hablar de
las plazas y los jardines,
Prefiero hablarle de mendigos y burdeles baratos,
hablarle de los rincones desconocidos de la ciudad,
de calles mal iluminadas y llenas de
                                                      drogadictos.

Créame que quisiera hablarle de las selvas y los turistas
y la diversión y las postales y los aeropuertos,
Pero sólo pienso en la guerrilla y la explotación,
en el hombre del pasamontañas y las mujeres violadas
¡Pero no se asuste usted por favor, no se vaya!
Yo sólo estoy siendo honesto,
y es que no puedo hablarle de atardeceres y cosas lindas
que cubren el verdadero rostro del mundo.

Y es que soy el típico muchacho
que quiere ver todo, pero no alcanza
                                                  a ver nada,
Así que por favor no se asuste usted
si le hablo de cosas desagradables
Como el smog y los malditos cláxones,
o el humo de las fábricas, o de los ladrones,
de los borrachos, de las putas, de los sicarios
y los narcotraficantes, de los militares
y ¡claro! los paramilitares, de los gobernantes ineptos,
de los sacerdotes hipócritas, de las “maestras” del SNTE,
de los policías corruptos, de las falsas esperanzas
de una república del amor;
de los secuestradores liberados y los que están sueltos,
de esas cosas que, usted sabe, es desagradable oír.

Perdóneme usted por todo eso,
Pero es que ¿ya vio?
No pude mentirle.

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