miércoles, 19 de diciembre de 2012

Hoy sí compañera, hoy sí...


Las bocas festejan su festín por última vez mientras las cervezas se acaban y es que hoy sí, me gustas mucho, tú y tu figura y esa botella en tu mano o ese cigarrillo que fumas despacio y que te viene bien como tu edad, hoy sí me gustas mucho con tu cabello alborotado y tus gafas extravagantes, con tus ideas existencialistas y tus dudas existenciales, me gustas con tu escueto maquillaje y tu indiferencia frente al mundo, me gustas con tus ganas de seguir bebiendo y de seguir charlando, me gustas con tus silencios que no esconden nada y tus palabras que muestran todo, me gustas con tu ropa desaliñada y tu bolso desordenado y lleno de libros, me gustas porque pagas la segunda ronda y yo digo despacio que sí, me gustas mientras te extiendo el fuego y lanzas una leve bocanada de humo, me gustas con tus collares y tus aretes más enredados que mi cabeza, me gustas con tu alegría de aparador que sacaste esta noche para fiestear, me gustas con tu sonrisa profunda y misteriosa, me gustas mientras me dices ¿y ahora qué sigue? Y te respondo que no sé qué siga mientras pienso que hace sólo un mes sabría qué sigue y donde, me gustas con tu tibio reclamo que dice vete pero no te vayas lejos, me gustas por tu sinceridad cortante y los vicios en que me iniciaste, me gustas con tu frialdad que acoge a pesar de todo, me gustas con ese sabor a alcohol en los labios y el olor del tabaco en tu pelo, me gustas con tus brazos tan conocidos y nuevos, con tus susurros débiles en mi oído y tus ojos tan profundos y serenos como el mar en el que duermo, sí, definitivamente me gustas tanto esta noche, aunque nos corran del lugar o aunque tu mano ya no tome la mía, aunque mañana no sé qué pasará, aunque siembres torpes ilusiones en las afueras de la vida, aunque el frío nos embista a ambos y nos sepamos solos, aunque las cervezas se tengan que terminar en algún momento y los cigarros se vuelvan cenizas, pero quédate un momento más, dime adiós despacio para comprender, otro momento porque aún no me creo todo esto, dame un poquito de tiempo para entender como llegaste y como te vas, como me encontraste y como me dejas, quédate un poquito que ya casi se consume mi cigarro, sólo un momento para decirte adiós como se debe, quédate sólo un poco más que ya nada es seguro, y entonces todo se junta en mi cuello y mejor beberse despacio el último trago mientras cierro los ojos después de besarte, porque sé que está mal, pero tú dime, a estas alturas ¿a quién le importa? 

lunes, 17 de diciembre de 2012

Diciembre 1


Nos tiene miedo el presidente,

Porque el héroe de una nación es el terrorista de su oponente.
                                                                       R. PÉREZ.

El ambiente se tornaba frío y sombrío
Entre el gas las bombas y las balas,
Con un instinto traidor y asesino
Impusieron presidente y lo hicieron por las malas,
Durante años me he acercado y alejado de la idea
De cambiar éste país incluso si es con la guerra,
Cambiar la situación de manera radical
Porque en los pinos no queremos ni a Peña ni a FeCal.

Venimos de San Lázaro de tumbarles el cerco,
De nada le sirvió su ejercito al triste y miedoso puerco,
Quisiera fotografiar a sus seres queridos muertos
Para que me regresen a mis desaparecidos,
Porque esos granaderos, asesinos expertos,
Ebrard, no dejaron sólo 4 heridos,
Tú dices que no se usaron las balas de goma,
Y que no participó la policía federal,
Marcelo, ¿estás jugándome una broma?,
¿O crees que mi dolor no es real?

El profe está en coma con el cráneo herido,
Y el gobierno del distrito no va a pagar el hospital,
Te lo llevaste y lo tienes desaparecido,
Devuélvelo Marcelo o la cosa se pondrá mal,
Estamos en Guadalajara, México y Sonora,
Y te decimos que al PRi ya le llego la hora,
Nos tiene que pagar esos largos 72 años,
De asesinatos, corrupción, estafas y engaños.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ayer y hoy, igual mañana...


Hoy me desperté sin ganas de nada
sin ganas de despertar, de pararse,
de bañarse, de des-ayunar;
Sin ganas de viajar en un metro hacinado,
de llegar a clases podridas en una facultad drogada;
Sin ganas de risas o lágrimas,
sin ganas de un pulque 
                                    o una cerveza.

Me desperté sin ganas de verte,
sin ganas de sentir el tibio tacto de tu piel,
sin ganas de fumar a tu lado
en algún rincón perdido de la ciudad,
sin ganas de ver al mendigo
que me ruega una moneda,
sin ganas de oler el smog de los autos
que me envenena los pulmones
Como esta bacha,
Sin ganas de caminar calles merderas
llenas de asesinos y ladrones
disfrazados de policías,
Sin ganas de gobernantes pendejos
que roban el dinero de mis bolsillos,
Sin ganas de ver a los conductores
arrollar lo que se les ponga enfrente
Sin ganas de oír la orquesta de
                                                               cláxones,
que perforan mis oídos
                                               sin sentido alguno.

Sin ganas de sentirse vivo,
sin ganas de ver a nadie,
                                               ni siquiera mi reflejo
o a la vecina en sus braguitas;
Sin ganas de platicar o de callar,
de ver noticias que mienten
ni leer novelas que sólo distraen,
Sin ganas de hojear el periódico
para ver cadáveres y putas
                                               siempre lo mismo
cadáveres y putas.
Sin ganas de tocar un instrumento,
ni de oír cualquier canción o de escribir una poesía.

Me desperté sin ganas de nada
y ya me despierto, me paro,
me baño y  des-ayuno;
y viajo en un metro hacinado,
hacia clases podridas en…

domingo, 18 de noviembre de 2012

Estoy solo


Camino en medio de la avenida
Y estoy solo,
La gente se mueve en pequeños grupos
Y yo estoy solo,
Me fumo un cigarrillo
Y estoy solo
Y pienso en escribir esto
Mientras estoy solo,
Beso tus labios
Dulces, nuevos y simples
Y sé que estamos solos:
Tú con tu soledad marina
Profunda como ella sola,
Y con mi soledad desértica
Que arrasa devastadora,
Voy a la escuela
Y sé que estoy solo,
Solo en medio de esta ciudad
Que está desolada,
Viajo en el metro
Y sé que viajo sólo
Con ésta soledad
Que ninguna compañía remedia,
Veo una anciana andrajosa
Y sé que está tan sola como yo;
No sólo se está sin compañía
Sólo se está solo
En medio del tumulto
De sombras deambulantes,
Platico con un amigo
O con un perfecto desconocido
Y es lo mismo
Porque estoy                    solo;
Y es tiempo de
muerte
                                               Y estoy solo,
Es tiempo de                    
                               Guerra
Y estoy solo,
Es tiempo de
                               hambre
                                               Y estoy solo,
Siempre solo,
Sólo conmigo mismo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Estro...


Y es así como de repente, en mitad de la nada, llega el estro y allí si, ni a donde correr y mejor estate quieto; y ves a la señora de enfrente y notas que sus años le vienen bastante bien y ese niño que pasó corriendo, no sabes, pero crees que sonrió y entonces tomas pluma y papel y a escribir que esto se acaba ¿y el encendedor, dónde está?, ahh y todo tranquilo con la pluma en la mano.

                Entonces escribes hasta la saciedad o la incompleción o ve tú a saber hasta donde, pero escribes y escribes y escribes hasta que ya no puedes; y así es cada vez que el numen te da el zarpazo y reaccionas fascinado ante él o ella o yo no sé que cosa que es, y entonces comienza todo el asunto que se va poniendo de lo lindo mientras más palabras vas poniendo sobre el papel y la tinta corre y ¿otro cigarrillo? ¡Pero claro! Y las palabras vienen y devienen en el flujo que ya no lo deja a uno salir y entonces todo muy lindo.

                Pero llega el momento y ya sabes que después de ese punto, o al final de esa oración, o justo después de el beso de la noche o que importa donde, es lo mismo, sólo sabes bien que en algún momento, cuando, ya casi estoy vació, o ¿Qué palabra rima con cautela?, o al final de ese cigarro se asoma el monstruo que devora al numen y que te deja perplejo y con ganas de seguir escribiendo, versando, cantando, componiendo, es todo lo mismo: quién sabe, a lo mejor ese sea un punto final o…

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Blood Tea And Red Strings


Es de noche y la luna brilla,
Y estoy tendido en mi cama
Pensando en ti,
Soy yo, la criatura que vive bajo el roble,
Soy yo el que te sigue
A cualquier lugar que me lleves,
Ese que descifra lentamente tu cuerpo
En medio de la obscuridad,
Ese que se hunde en tus ojos,
Que besa tus labios dulces
Tan nuevos y tan conocidos.

Vamos a la ciudad amor mío
A ver como enciende sus luces
Para defenderse de la noche,
Llévame a algún lugar lejano
Donde pueda desentrañar tu sonrisa
Que esconde tantos misterios,
Tu sonrisa simple y liviana
Como el viento que sacude tu cabello
Y levanta recuerdos con
                                               olor a tabaco.

Soy ese que no sabe aún
Como llegaste a mi lado,
O como es que te cuelas en mi cabeza,
Como es que haces que la tarde
Se vuelva más placentera,
¿Qué más te puedo decir amor mío?
¿Qué más te pueden decir mis ojos,
Mis manos que son como hidras,
Mi triste carne amortecida?
Soy ese loco que te busca en la noche,
Que ve tu cuerpo en una canción,
Tus ojos en medio de un libro,
Soy ese que te invita un cigarro
Como pretexto para estar contigo,
Soy ese que te da una hoja seca
En mitad de un bosque en otoño,
Ese que atesora tus miradas
Porque tus ojos me encantan,
Soy ese que va huraño por el mundo
Y que logras hacer sonreír,
Soy ese que te sigue desde
Hace más de medio año,
Ese que te recita a Sabines
Debajo de un árbol mientras duermes,
Ese que te lee a Huidobro mientras
La marihuana nos hincha las sienes,
Soy ese que te susurra al oído
En mitad de la tarde
¿Estás bien amor?
Mientras nuestros cuerpos se encuentran

Simplemente mujer amada
Soy ese que comparte contigo
un cigarro
una tarde
un momento
un museo
un poema
un pulque
una historia
una hoja seca
un gallo
un libro
una canción
un silencio
y todo eso
porque
te
quie
ro.

Y mis manos se desprenden...


Y mis manos se desprenden
De tu tibia piel morena,
Mis dedos gritan tu ausencia
En esta colilla que tiro al suelo,
Mis manos como hidras desorientadas
Que quieren atrapar tu último suspiro
En medio de la ciudad
derrumbada.

Y mis ojos se tornan
detrás de tu sombra, anhelantes,
Mis ojos que descubrieron tus secretos
Uno a uno y sin prisas,
Mis ojos que ahora se cierran
Porque la belleza se les esfuma,
Mis ojos que buscan la luminaria
                                                               de los tuyos.

Y mi cuerpo se destruye
En éste proceso de la ruina,
Mi cuerpo que una vez te tuvo
Y que a éstas alturas
Aún no se acostumbra
A ésta prisión de viento,
Mi cuerpo que queda solo
En medio del tumulto
De seres imbéciles que me rodean,
Mi cuerpo…
Mi triste y podrido cuerpo
                                               que dejaste incompleto.

Y mi cerebro pregunta
¿Dónde estás?
¿Te he de encontrar?,
Mi cerebro que aún te busca
En medio de un libro,
Que te reconstruye en la obscuridad
Mientras el humo me llena los pulmones
Y mi cerebro sigue lleno
                                               de recuerdos.

Mis labios que están secos
Y que quieren beber algo,
alcohol, veneno, agua, tu saliva,
es todo
                lo mismo,
Mis labios ésta herida que no cierra,
Que quieren decir algo,
Te odio, te amo, te quise, te extraño,
Es todo
ya inútil,
Mis labios aún saben a ti
En el regusto de esta
                                               pipa.

Así es la soledad, amor mío,
Así es después del desastre
En esta habitación
Que ya huele
                               a marihuana.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El último cigarrillo


¿Qué es lo que tienes mujer?
¿Qué es lo que tienen tus ojos?
¿Qué es lo que escondes?
¿Qué ritmo tuyo no puedo seguir?
¿Cómo es que llenas de sentido
Cualquier metáfora?
¿Cómo te cuelas en mi cerebro?
¡Dime! Quiero saberlo…
Dame un minuto o un año
Es igual
Dame tiempo para entender
Que es lo que tus ojos dicen.

Simple y ligera
Como el tiempo que rueda
A través de este mundo
Como la huella que dejó el ave.
Simple tu rostro
Que no puedo descifrar,
Simples tus ojos que miran sin mirar.

¿Es que eres una ciudad
O un árbol?
¿O sólo eres este tibio caos?
¿Cómo saberlo?
Eres como una puerta hacia el vacío
En este aire que me fumo
En este humo que respiro.

¿Es que el otoño
Se ha llevado tu sonrisa?
¿O simplemente la noche ha caído?
Si pudiera darte mis ojos,
O mis brazos para que ardan
En tu tibia hoguera…
O mi tiempo para oírte cantar
O maldecir o simplemente
Oírte…
Tus ojos una marea,
Tus ojos una ladera,
Tus ojos como madera,
Recién cortada de la cordillera,
Tus ojos un par de ruinas,
Tus ojos que esconden la muerte,
Tus ojos columna de fuego,
Tus ojos, simplemente tus ojos.

¿Es que la golondrina
Ya no quiere despegar?
¿Es que la tierra
Ya no quiere respirar?
¿Es que esta maldita ciudad
Al fin se detuvo?
¿Es que la rama se quiebra
Bajo las alas de la mariposa?

Un millón de bosques
En un millón de países
Que nunca recorreré
Una mujer al lado del camino
Que ignoro como la radio.

Metáfora, metáfora
Simple e inútil metáfora
Como un vino que se derrama
Como dos cascadas al vacío,
Como tres aves que corren salvajes
Hacia los cuatro puntos cardinales.

¿Qué te puedo decir
A la hora del derrumbe?
Tiembla la tierra porque temblaste
Tiemblan mis manos
Aferradas a tu cuerpo.

¿Dónde estarás?
¿A que hora te escondes
Dentro de tu mirada?
Una y otra y otra vez
El recuerdo destruyéndose
A sí mismo en un ciclo
Cuasi perfecto.

Dos cigarros que se queman,
Dos niños que juegan,
Dos flores son jardín,
Dos soles universo,
Dos manos triste trampa,
Dos ojos una puerta,
Dos días una vida,
Dos muertes hecatombe,
Dos notas un compás,
Dos velas soledad,
Dos vientos huracán,
Dos noches vigilia,
Dos cuerpos eternidad.

Mil palabras y no digo nada,
Todo se vuelve abstruso
En el tiempo abstraído
En mitad de un parpadeo,
Todo se vuelve sonido
En mitad de tus labios cerrados,
Todo se vuelve imagen
En tus párpados caídos.

Si no hay más que hacer, mujer
Pues grita, grita como una canción,
Grita como una prisión,
Grita revolución,
Grita sin desesperación,
Grita hasta que brote un ave,
Grita y que surja una cascada
Que salte desde tu cuello,
Grita que no hay mañana,
Grita bajo la noche estrellada,
Grita con tu voz helada,
Grita victoria encarcelada,
Grita hasta el último grito,
Grita hasta penetrar en el tiempo,
Grita hasta que tu voz se deshaga
Que para eso cuentas con la mía,
Grita hasta desangrarme,
Grita al clima y a la tarde,
Grita como fuego que arde,
Grita inclusos si estás callada,
Grita que ya no hay un mañana.

Y si los aeroplanos
Caen frente a tus pies
Como aves amortecidas,
Y si los barcos encallan en tu playa
Como ballenas desorientadas,
Y si mis ojos recorren tu piel
Lentamente palmo a palmo,
Y si el sol se desvanece en la nada
Como el último milagro,
Y si los aullidos llegan hasta la luna
Y los lobos ya no tienen hambre
Deja que el mundo gire
Y se revuelva en tu mirada,
Y se resuelva en tu mirada…

¿Qué hacer con tus manos muertas?
¿Con tu recuerdo que huele a tabaco?
¿Qué hacer con mi sangre
O con el ruido de la ciudad enferma?
¿Qué hacer amor mío?, ¿Qué?

Despréndete de todo,
Desprendámonos ahora,
Deja atrás tu cuerpo
Déjalo volar como papalote,
Que caigan los recuerdos
Como hombres en una guerra,
Que esta noche se termine,
Que se consuma el cigarrillo
En mitad de esta soledad.

Si ya de nada sirve cantar,
O reír, o dormir o llorar
Sobre tu piel que palidece,
Que caiga todo al vacío,
Seamos devorados por
El lento molino del tiempo,
Que marca el reloj del viento.

Si el mar de tu sombra
Se agita en una caricia,
Que muera toda la poesía,
Y que surja un ave de mi cerebro
Y vuele el último vuelo
De esta vida encañonada
Como una ráfaga de recuerdo.

Deja tu ausencia a mi lado,
Como una colilla o una bacha,
Deja que las palabras suban
Igual que el humo por tu mano
Hasta que lleguen a mi cabeza,
Mi pobre y torpe cabeza
Que a estas alturas no entiende
Si es el panteón o la mesa
Lo que alimenta tantas palabras.

¡Vámonos mujer!
Con metáfora y gritos,
O incluso sin ellos,
Vámonos con tu vida a rastras,
Con este podrido cuerpo mio
Que pesa como la tierra,
¡Vámonos mujer!
Llévame a algún sitio tranquilo
Donde pueda fumar contigo
Éste ultimo cigarrillo.

martes, 2 de octubre de 2012

2 de octubre


2 de octubre y recordando...

44 años de memoria
Tatuados en la piedra fría,
En las mentes del pueblo,
En la memoria estudiantil
De un México decadente.

Hecatombe desenfrenada
Por rescatar el espíritu deportivo
Contra 6 simples razones
Que defendían un millar
De cabezas.

Sucia emboscada
De cancerosos asesinos
Que al intentar matar la lucha
La dotaron de vitalidad
Que conserva su memoria.

Miles de voces fueron calladas,
Miles de voces desaparecidas,
Y todos conocemos a los responsables
Que se fueron con su impunidad
A la tumba.

La sangre del estudiante
Nos grita desde 3 culturas,
Los rostros de la resistencia
Nos dicen con sus muecas
Que la lucha no termina.

Rememoramos los días de las hordas
Bajo los hilos de Díaz Ordaz
Con la cabeza en alto
Y como estudiantes, nos unimos
Al dolor de este país nuestro
Y gritamos con sus voces
Dentro de nuestras gargantas
¡2 de octubre no se olvida
Páguennos cada vida!
¡2 de octubre no se olvida
Se recuerda día con día!

sábado, 22 de septiembre de 2012

Sos


Hace unos días, después de despedirme de ella todo vino de golpe...

Sos un pozo de
palabras sin sentido
que se desbaratan
en mitad del precipicio
una corriente de aire
que va de tu pecho a tu pecho
el maullido de un gato
el sonido de una sirena
el grillo de mi ventana
el último cigarrillo
los gritos de la noche
los tragos en la soledad
los recuerdos que mi piel evoca
los silencios en mitad de la tarde
una ciudad con luz propia
una locura ordenada
una brisa que levanta hojas secas
tibio caos de las edades
en la boca de la noche
todo lo que tu sonrisa esconde
y lo poco que me muestra
una mano en mitad del día
eso sos, eso y un millón de cosas
que las palabras no conocen
pero vos y mis ojos descubrimos.

jueves, 19 de abril de 2012

Esta mañana me enteré de que moriste...



                                                                         - if I live the dying's just begun …                                                                    Jean-Louis Lebris de Kerouac.

Esta mañana me enteré de que
moriste.

Esta mañana me enteré de que
moría.

Y es que, ¿Qué es la vida?
sino este estar al borde de la
muerte.

Hay muerte en los cementerios,
los obituarios,
los hospitales,
los mercados,
los libros,
la poesía,
la sopa,
la carne,
el aire,
la noche,
la tierra,
la vida.

Toca mi rostro de muerte
con tus muertas manos,
huele mi aire de muerte.
Siente mi muerte morir en
tu carne amortecida.

Mira en mis ojos la muerte
muriendo constantemente,
andemos este camino de muerte
con los ojos cerrados.

Mastica despacio la muerte,
huélela,
siéntela,
fúmala,
bébela,
ríela,
respírala,
abrázala
cada noche
antes de dormir.

Y es que a estas alturas
¿Qué más se puede hacer
con tanta muerte?

Varios sucesos me forzaron a escribirlo...

viernes, 6 de abril de 2012

Poesía Inconsciente a la Bomba Atómica

El otro día me releía el Inventario de Bendetti y me encontre con el "Poema Frustrado" pues bien, me gustó tanto que aquí una tentativa de poesía:


¡Esto no es un sueño!
sólo hay obscuridad y devastación,
en el aire se respira muerte
y los árboles se mecen con el viento.


Las ráfagas de la explosión
dejaron aturdida a la tierra,
y muerte 
por donde pasaron.


Destrucción hasta donde alcance la vista
y silencio desde
dentro de los oídos;
el cielo se pone de noche
y las estrellas
son claras.


Sin embargo
                 la tierra
                            sigue
                                     aturdida. 

lunes, 26 de marzo de 2012

Medianoche

Un "poema" un tanto personal...

Yo he visto, compañera,
como huye de tantas cosas, 
y a la vez de ninguna
la he visto, por ejemplo, 
huir de los autos y de los perros,
de la vulnerabilidad y del miedo,
del olor a muerte y del dinero.

Pero quisiera ofrecerle un trato,
sencillo y sincero
vayamos, compañera, al fin del mundo
pero vayamos despacio.

Y es que usted no sabe 
cuan seguido allí me encuentro
despojado de todo en un momento
alejado de los desagradable.

Pero vayamos entonces 
-y es que allí no hay nada-
ni autos, ni perros,
ni vulnerabilidad, ni miedo,
ni muerte, ni dinero.

Sencillamente se está solo
sólo con los recuerdos
y podremos, si así lo quieres,
encender un cigarrillo a media noche
y fumar mientras la vida se acaba
sin preocuparnos por un mañana
porque con usted a lado
               ya no
                         hay
                                nada.

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuando fumas.

Bueno este no necesita explicación, pero lo quise subir porque pienso en ella.

Las primeras gotas de lluvia caen frente a su cigarro y ella está allí, sin alterarse por la lluvia, lentamente disfruta su tabaco, detrás de sus gafas se esconden unos ojos que ven hasta lo más profundo de las cosas, su rostro lo oculta bajo una capa, por demás innecesaria, de maquillaje, ella simplemente sigue caminando bajo la lluvia con un cigarro en la mano.
      Meditando acerca de la falsedad del amor, de la probabilidad de la deidad, de que la muerte no es alimento, de la superación del hombre, del ansia de novedad, de la música con sentido y del trabajo que detesta sigue su camino hacia una vista nocturna maravillosa y la necesidad de encender una vela.
      Sabe que la vida no está comprada, así que, día a día, la entretiene para que no se le escape; el humo sobre su cabeza se disipa, aún llueve y el sol está brillando, ella deja de pensar en todo un momento y mira hacia el cielo y hacia el futuro y sonríe con pesimismo.
      Ahora asuntos más triviales ocupan su cabeza y piensa en la cena y la música, -la que oye y la que, sin saber, ella misma hace- y se siente contenta, piensa en la familia y en la ducha nocturna, da una última fumada y las cenizas caen por sí solas, el cigarrillo se ha terminado, ella lo mira, lo guarda y sigue su camino pensando en sólo ella sabe que cosas.

Un día cualquiera, en cualquier ciudad.

Eran las 12 del día y aún no despertaba, el calor ya comenzaba a subir y no lo dejaba descansar a gusto, no le molestaba el olor a podredumbre de aquel lugar, ni el que él mismo despedía, sólo le importaba ese maldito calor.
      Bajo el sol abrasador y un aire lleno de veneno y humores desagradables, él sabía que nadie sabía su nombre, o sus señas, o su historia, aún más, a nadie le interesaba, no tenía ninguna conexión con este mundo, decidió levantarse y comenzar a caminar
      -La vida da vuelcos terribles-pensó.
      Después de un rato de andar se sentó en una banca a mitad de una plaza, veía las caras de asco y desprecio, todas esa miradas hacia él, de vez en cuando una moneda caía de una mano anónima en otra aún más anónima, la suya.
      De pronto sintió otra vez venir a la nostalgia que sólo bajo la lluvia sentía, tuvo deseos de llorar por el pasado, su amada, el fin de la vida normal, la esperanza derrumbada, la ausencia de tantas cosas pesaba, aún después de 8 años, salió de allí buscando un refugio.
      Mientras caminaba, fumaba, lentamente. La mente se le había aclarado ya, veía a los ricos pasar junto a él, justo a su lado con sus trajes de marca y sus joyas, con sus teléfonos, que les robaban gran parte de su quincena y de los cuelas eran esclavos, con arreglos y maquillaje totalmente innecesario, innatural, con el que pretendían ocultar la vacuidad que sentían, los detestaba tanto como ellos a él, y sin embargo no les envidiaba nada, sólo que sabía que el dinero no te hace ni más ni menos, es sólo eso, dinero, pensaba en esto y sentía pena por ellos, porque, no alcanzaban a verlo así.
      Había llegado a la gran ciudad desde muy lejos con la esperanza de encontrar un trabajo y lo único que, al final, encontró fue la mendicidad.
      Sabe que ahora, cada día, tiene que buscar algo de comer en este basurero o en el de una cuadra más adelante, sabe que tiene que colocarse bajo la sombra de cualquier cosa para poder defecar, que vive a expensas de alguien más, tiene que buscar cada día donde dormir y con suerte no mojarse con la lluvia, que el día de mañana no será mejor que el de hoy ni que el siguiente, piensa que tampoco puede ser peor y se anima con ello, pero eso no resuelve nada en absoluto.
      Así se resigna a sobrevivir, día con día, hasta que el oprobio, las miradas, el olor, el mal sueño, el hambre, la sed, la miseria, la mendicidad, el aire envenenado y la ciudad escandalosa llena de sujetos indiferentes, terminen para él.

Lucía

Acá un cuento que vi mientras escuchaba una pieza de música en el MUAC, bastante personal:


El águila veía pasar por debajo de sí un río gris con infinidad de peces de color negro y escaso tamaño, la corriente se hacía cada momento más rápida y borrosa, el águila alzó el vuelo un poco más y al lado del río vio una carretera sombría y solitaria, el sol se estaba poniendo y el aire olía a sal y especias.

*     *     *

      Era el único auto en la carretera y él estaba allí, solo, sólo conduciendo sin nada en que pensar, a ambos lados de la carretera, doradas montañas se alzaban y nada, nada más frente a él, ni postes, ni cercas, ni nada, sólo él, la carretera y el sol de las 5 de la tarde, de repente el sol lo deslumbró en el punto en que la carretera dejaba atrás las montañas y develaba un mar brillante con olor a sal y especias que llenó su nariz, volteó a ver el mar, que estaba calmado, y de la nada un vierto fuerte surgió y sacudió toda la playa

*     *     *

      Los pescadores arrojaban con una expresión de contento en sus rostros, sus redes al agua que el sol teñía de tonos dorado-rosados, con destellos aquí y allá.
      En la orilla mujeres con trajes oscuros que solo dejaban descubierta su cabeza detrás de un velo, atendían puestos improvisados en donde vendían cantidad de artilugios y objetos de superstición, pero lo que más había en esos puestos eran colguijes que tintineaban con el viento.
      El sol casi se pone, del mar se eleva un olor a especias y arena.

*     *     *

      Justo en mitad del cielo se alcanza a vislumbrar una pequeña sombra de la que comienza a salir una serpiente de plumas de sombra, sombra en la boca, en los dientes, en la lengua, en los ojos, sombra, sólo sombra entre sus costillas y cubriéndolas, sombra cada pluma de su plumaje.
      Desciende lentamente a la tierra, pero no es vista por nadie, baja tranquilamente, sus ojos se posan en algo en la tierra y entonces acelera su descenso de manera estrepitosa y genera un viento fuerte que sacude las tiendas de las mujeres y sus colguijes, agita el mar y agita los corazones de los hombres que se miran desconcertados, pero un momento después la calma ha vuelto.

*     *     *

      En el fondo de un callejón, cerca de las 3 de la madrugada, despierta y se da cuenta de que la basura a su alrededor comienza a vibrar en el suelo, produciendo sonidos cada vez más audibles, cada vez más cercanos; alza la vista y, entre las cales empedradas, ve a una niña – delgada, 8 o 9 años, piel clara, cabello castaño y corto, con un vestido blanco de tirantes anchos y descalza – corriendo desesperadamente.
      Se pone de pie de inmediato y empieza a recorrer, corriendo,  el tramo de callejón que lo separa de la calle donde la niña corría, en su agitación ni siquiera ha notado que todas las cosas que lo rodean, ahora, vibran aún más fuerte; justo antes de salir del callejón pasa frente a él, imponente y estruendosa, la enorme serpiente, cargando con sombras más oscuras que la misma noche, la visión de la serpiente lo aterra, pero sus pies corren detrás de la niña y la serpiente.

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      Ahora ella corre descalza a través de los huertos en las partes traseras de las casas de aquella ciudad, que no advierte todo el sonido de la calle, corre desesperada, aún sabiendo su destino se rehúsa a aceptarlo, esta agotada pero sigue corriendo, entra en una calleja y entonces frente a sus ojos se alza un muro alto, muy alto, y logra ver que la luna está redonda y grande como nunca la había visto, ni la volvería a ver, no hay ninguna estrella en el cielo, ella sabía que no la habría, sonríe y se de media vuelta.

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      La serpiente llega a la calleja donde la niña se había detenido y justo frente a ella comienza a erguirse sin quitar sus ojos de encime de ella, la niña alza los ojos, 20 metros sobre su cabeza la serpiente aún esta levantándose se detiene y un momento de silencio congela la noche, un momento después la serpiente se abalanza sobre la niña, en un parpadeo la niña es destrozada y devorada por la serpiente de sombras, ella no gritó ni intento huir, la serpiente termina de devorarla y se alza sigilosa hacia el cielo, la noche sigue allí.

La ciudad de noche.

Era una noche como cualquiera y en un rincón del campo aledaño a la ciudad, un ser alado había estado observando.
      De un momento a otro echó a volar a través de un cielo nocturno con unas cuantas nubes, miró la luna, volteó hacia abajo y vio la ciudad con su infinidad de luces, de silencios y de olores, volvió a ver la luna y se precipitó hacia la ciudad.
      Aterrizó en un barrio de clase baja, al tocar la tierra sus alas se plegaron a su espalda y el hombre apareció, ahora, vestido con un traje elegante y un sombrero de copa.
      Camina y oye gritos, disparos a lo lejos, muertes que tocan sus oídos, descubre que la noche no es de los pacíficos, arrumba su sombrero, lo estropea y lo arroja hacia un bote colmado de basura, presuroso un vagabundo toma el sombrero y lo utiliza de almohada,
      -Ya mañana lo reparo...-piensa, y vuelve a cubrir su cuerpo con los harapos de lo que alguna vez fue una cobija.
      Él observa todo esto sin necesidad de voltear con la cabeza, una lágrima corre por su mejilla y la limpia con su dedo, la lágrima se evapora.
      Sigue caminando y descubre luces de neón más brillantes que el sol, colocadas en las fachadas de locales con puertas sombrías y tétricas; en un aparador, detrás de un vidrio grueso, una prostituta se despoja de su ropa lentamente, él hurga sus bolsillos y encuentra trozos de metal de forma circular con rostros de personas, para él desconocidas, grabados en alguna de sus dos caras; uno a uno los va depositando en una ranura metálica que está junto al vidrio de la pared.
      La prostituta al ver esto comienza a intentar seducirlo, sus movimientos son ahora más lentos y provocativos y sus ojos, llenos de nubes grises, no se despegan de su rostro y de la figura tan peculiar que, ella piensa, tiene por el traje.
      Él por su parte quiere que se detenga, que recobre el sentido, que salga de esa jaula de cristal, piensa que las monedas que depositó, pagarán su condena pero sucede lo contrario, son como un lastre y únicamente sirven para alimentar la avaricia de de un hombre sin escrúpulos detrás de un escritorio y un puro, detrás de mentiras más densas que el humo de su puro.
      Se retira asqueado de allí, y desvanece la esperanza de la prostituta de tener algo más de dinero a cambio de sexo barato y sin sentido; sigue caminando y entra a una cafetería, son las 3:27 de la madrugada.
      Al fondo ve a un hombre cabizbajo y al otro extremo del local una muchacha pensativa con vendas en ambas muñecas; de repente uno de los cuadros que ocupan la pared cercana a la mesa de la muchacha cae, el estrépito del cristal, le trae una serie de imágenes: una navaja, sangre, lágrimas, los paramédicos, un hospital y la cafetería donde ahora se encuentra...
      Sale de allí, asfixiándose, y a pocos pasos un olor a alcohol se filtra a través de su nariz, curioso y nauseabundo, el olor lo guía a un local con más neones y no sólo eso, a la entrada, en ambos lados, unos hombres de saco y gafas oscuras, resguardan la entrada al local, en sus caras no hay sonrisa, sólo una expresión de tensión y desconfianza.
      Un ambiente “festivo” sale por la puerta, proveniente de la parte baja del local, él entra y descubre un nuevo “espectáculo”, una mujer, mucho más bella que la anterior, se desnuda al ritmo de una música estridente y sin sentido, asida a un tubo metálico que parece ser la columna de ese local; a su alrededor miradas lujuriosas de seres que, en el fondo de sus vidas, sólo buscan una razón por la cual vivir y reír y sin embargo no encuentran más que el fondo de un vaso.

      Decepcionado del ser y de la sociedad, harto de esa podredumbre que hasta ahora ha visto, sube las escaleras que lo condujeron a la jauría, camina por una calle tranquila y se detiene frente a un puesto de periódicos en una esquina, junto a este una mujer se guarnece del frío, lo mejor que puede, con trozos de papel y cartón, está dormida, pero su cuerpo tiembla con espasmos leves pero continuos, él se quita su traje y cobija lo mejor que puede a la mujer, que deja de temblar, la mira y sigue avanzando.
      Sigue caminando y a dos calles de allí ve una silueta de mujer acercándose a él -26 años, alta, pelo castaño, piel tersa y reluciente, figura definida, vestida con un conjunto formal negro, zapatos de tacón abiertos y unas gafas breves-; lleva un pequeño bolso bajo el brazo, situaciones ajenas a ella la han llevado a ese lugar y a ese momento, ella sólo piensa en conseguir un taxi, pero la noche ya está muy avanzada, de repente de la oscuridad surge un trozo de metal reluciente sostenido por un hombre de baja estatura y vientre prominente, le cierra el camino a la muchacha y forcejea con ella por el bolso, ella se resiste a perder lo poco que con su trabajo se ha ganado de repente el hombre se detiene y mira a la muchacha, sin pensarlo, más aún sin saberlo, su mirada se vuelve como la de uno de los de la jauría y se abalanza sobre ella dispuesto a violarla, ella opone una inútil resistencia después un grito, dos puñetazo certeros, agitación y lágrimas, euforia, impotencia, furor, terror, éxtasis, humillación...
      15 minutos después el bolso y el criminal han desaparecido, semidesnuda y recargada en una pared la muchacha solloza larga y amargamente, la realidad, su realidad la ha sido arrebatada y no supera aún la conmoción, él la ve desde unos metros y comienza a caminara hasta estar frente a ella, ella ni siquiera lo nota, se acerca y besa su frente y la roza con su dedo, induciéndola a un sueño del que no necesitará despertar, el alboroto atrajo luces y ruido de sirenas, asqueado y harto, él despliega sus alas y echa a volar, en la punta de un edificio de donde salen toda clase de conversaciones, se detiene y dos hilos de agua corren por sus mejillas, la lluvia comienza y el vagabundo se refugia, la mujer resiste y el cadáver, rodeado de completos extraños, permanece indiferente; sólo uno de los hombres de gafas exclama:
      - ¡Chingada madre!- mientras se refugia bajo la marquesina.
     
      Las luces brillan ahora más que nunca, la lluvia realza los tonos fosforescentes de los neones, él sabe que es hora de irse, no quiere quedarse a atestiguar más de la barbarie del despilfarro y la decadencia, no quiere ver más de una sociedad cada día más enferma y convulsa, no puede permanecer en medio de tanta vileza, hecha a volar y su figura se vuelve sombra y se funde con el horizonte nocturno.
      Los primeros rayos de sol se asoman en el horizonte y la sombra de un monstruo de metal y concreto que despierta y se despereza, se levanta imponente, imperfecta, torpe y taciturna, para dejar que la ciudad sigua el curso del día, su día y su noche.